Es un tema delicado, si dices en público y con voz lo suficientemente alta de que estás a favor de pagar menos impuestos sobre el dinero que ganas trabajando duro día tras día, sin recibir subvenciones, ayuditas, financiaciones a fondo perdido, enchufismos etc., muchos te miran mal y te llaman insolidario.
Yo creo que…
Personalmente, no le encuentro la lógica de tener que darle el 30%, 35% o hasta más del 50% de mis beneficios obtenidos a un Estado que malgasta, malversa, es incapaz de ver la realidad de un país, es incapaz de gestionar ni una sola empresa pública con beneficios, de eliminar largas listas de espera en un sistema sanitario ineficaz desde el punto de vista de gestión (no digo que haya buenos médicos, sanitarios, etc), una educación totalmente adoctrinada y obsoleta, fabricando trabajadores esclavos, y un largo etcétera que hacen que los grandes Estados sean auténticos monstruos devora-dinero y encima ineficaces.
No es fácil ser pobre, pero tampoco rico
Mucho se habla de que a los ricos hay que subirles los impuesto, cuando ya de por sí son los que más pagan. Podrán pensar algunos ahora: “si son ricos y tienen más dinero, es justo que paguen más impuestos”. ¿Pero han pensado alguna vez que también pagan más impuestos directos tipo IVA? Porque al ser más adinerados, gastan más, en cosas más caras y más a menudo. Es decir, sí o sí, pagan más. Hasta que se hartan y se van.
Lo peor viene cuando sale en las noticias que se ha aprobado alguna reducción para rentas altas, o que se crean herramientas de inversión que podrían beneficiar a los más pudientes. Es entonces cuando la gran masa se escandaliza, sin darse cuenta de la realidad.
El cuento de las cuentas justas
Y como no quiero teorizar con ejemplos matemáticos complejos, ni textos jurídicos de manual, que total, casi nadie de nosotros entiende, te reproduzco una pequeña historia que tomo prestada del muro de Facebook de un amigo. Creo que no hay manera más clara y sencilla de explicarlo.
Amigos, hasta que el dinero nos separe
Todos los días 10 hombres se reúnen en un bar para charlar y beber cerveza. La cuenta total de los diez hombres es de 100 €.
Acuerdan pagarla de la manera proporcional, como se pagan los impuestos en la sociedad de un país. La cosa quedaría más o menos así, según la escala de riqueza e ingresos de cada uno:
Los primeros 4 hombres (los más pobres) no pagan nada.
- El 5º paga 1 €.
- El 6º paga 3 €.
- El 7º paga 7 €.
- El 8º paga 12 €.
- El 9º paga 18 €.
- El 10º (el más rico) paga 59 €.
A partir de entonces, todos se divertían y mantenían este acuerdo entre ellos; hasta que, un día, el dueño del bar les metió en un problema:
“Ya que ustedes son tan buenos clientes,” les dijo, “Les voy a reducir el costo de sus cervezas diarias en 20 €. Las cervezas desde ahora costarán 80 €.”
El grupo, sin embargo, planteó seguir pagando la cuenta en la misma proporción que lo hacían antes. Los cuatro primeros siguieron bebiendo gratis; la rebaja no les afectaba en absoluto.
¿Pero qué pasaba con los otros seis bebedores, los que realmente abonan la cuenta? ¿Cómo debían repartir los 20 € de rebaja de manera que cada uno recibiese una porción justa?
Calcularon que los 20 € divididos entre 6 eran 3,33 €, pero, si restaban eso de la porción de cada uno, entonces el 5º y 6º hombre estarían cobrando para beber, ya que el 5º pagaba antes 1 € y el 6º 3 €. Entonces el barman sugirió que sería justo reducir la cuenta de cada uno por, aproximadamente, la misma proporción, y procedió a calcular la cantidad que cada uno debería pagar.
- El 5º bebedor, lo mismo que los cuatro primeros, no pagaría nada: (100% de ahorro).
- El 6º pagaría ahora 2 € en lugar de 3 €: (ahorro 33%)
- El 7º pagaría 5 € en lugar de 7 €: (ahorro 28%).
- El 8º pagaría 9 € en lugar de 12 €: (ahorro 25%).
- El 9º pagaría 14 € en lugar de 18 €: (ahorro 22%).
- El 10º pagaría 49 € en lugar de 59 €: (ahorro 16%).
Cada uno de los cinco primeros pagadores estaba ahora en una situación mejor que antes: los primeros cuatros bebedores seguían bebiendo gratis y el quinto también.
Pero una vez fuera del bar, comenzaron a comparar lo que estaban ahorrando.
“Yo sólo recibí un euro de los 20 € ahorrados,” dijo el 6º hombre y señaló al 10º bebedor diciendo “Pero él recibió 10 €”.
“Sí, es correcto,” dijo el 5º hombre. “Yo también sólo ahorré 1 €; es injusto que él reciba diez veces más que yo.”
“¡¡Verdad!!”, exclamó el 7º hombre. “¿Por qué recibe él 10 € de rebaja cuando yo recibo sólo 2 €? ¡Los ricos siempre reciben los mayores beneficios!”.
“¡Un momento!”, gritaron los cuatro primeros al mismo tiempo. “Nosotros no hemos recibido nada de nada. ¡El sistema explota a los pobres!”.
Los nueve hombres rodearon al 10º y le dieron una paliza.
La noche siguiente, el 10º hombre no acudió a beber, de modo que los nueve se sentaron y bebieron sus cervezas sin él. Pero a la hora de pagar la cuenta descubrieron algo inquietante:
Entre todos ellos no juntaban el dinero para pagar ni siquiera LA MITAD de la cuenta.
Moraleja:
La gente que paga los impuestos más altos son los que se benefician más de una reducción de impuestos. Póngales impuestos muy altos, atáquenlos por ser ricos, y lo más probable es que no aparezcan nunca más. De hecho, es casi seguro que comenzarán a beber en algún bar en el extranjero donde la atmósfera es algo más amigable.
Déjame en los comentarios lo que piensas al respecto, me encantará conocer tu punto de vista 😉
Como he realizado toda la vida, cada uno se paga lo suyo y que no intervenga la cantidad de dinero total.